CRÓNICA

Paul manejaba la nave a la perfección, sumido en sus notas más altas. John, firme y animador, florecía desde abajo atravesando el universo hasta fundirse con Paul, creando armonías perfectas dignas del olimpo. En contraposición, George rockanroleaba con el swing del mismo Beethoven, destrenzando su arpa eléctrico. Y Ringo, ese astronauta que con su cadencia hacía que la nave cambiase de color, dejando una estela del más puro beat! El resto de la tripulación, en perfecta sincronización con el Sargento Pimienta, consiguieron llevarnos anoche, desde Kansas City pasando por USSR, hasta aterrizar en The Cavern. 
Gracias Beat Beat Yeah por dejarnos grabada una sonrisa a todas las estrellas del firmamento que allí estuvimos.


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